domingo, 18 de enero de 2009

Sólo para mujeres fenomenales

Siempre ten presente que la piel se arruga, el pelo se vuelve

blanco, los

días se convierten en años...

Pero lo importante no cambia; tu fuerza y tu convicción

no tienen edad.

Tu espíritu es el plumero de cualquier tela de araña.

Detrás de cada línea de llegada, hay una de partida.

Detrás de cada logro, hay otro desafío.

Mientras estés viva, siéntete viva.

Si extrañas lo que hacías, vuelve a hacerlo.

No vivas de fotos amarillas...

Sigue aunque todos esperen que abandones.

No dejes que se oxide el hierro que hay en tí.

Haz que en vez de lástima, te tengan respeto.

Cuando por los años no puedas correr, trota.

Cuando no puedas trotar, camina.

Cuando no puedas caminar, usa el bastón.

¡¡¡Pero nunca te detengas!!!


Madre Teresa de Calcuta

martes, 13 de enero de 2009

Un día de éstos

Aunque poco a poco va remitiendo, el clima de "comienzo", de "novedad", de "cambio" aún se reconoce en el ambiente. Admito que este año veo poca tele, supongo que, como siempre por estas fechas, habrá cientos de anuncios de publicaciones coleccionables sobre los más variopintos temas: barcos por piezas, jarroncitos de época, muñecas regionales o vaya usted a saber; por otro lado, a más de uno nos habrá sorprendido algún compañero de oficina que, contrariamente a sus hábitos pasados, aprovecha el mediodía para sudar un rato en el gimnasio; incluso habrá algún valiente que haya tirado los ceniceros de su casa a la basura, convencido de que, este año sí, va a dejar de fumar.
Confieso que yo también he hecho mi lista de propósitos y, no, no se los confesaré ahora a ustedes... Quizá en otro momento.
Pero lo que sí quiero compartir en este post es mi reflexión acerca de esta debilidad nuestra frente a los compromisos de cambio. Quizá sea uno de los asuntos más complejos para mí. ¿Quién, o qué sabotea cada proyecto, cada objetivo, cada plan que nos trazamos? ¿Dónde se esconde semejante saboteador?
Supongo que ya lo habrán experimentado... En nuestro interior.
Por alguna razón, y por muy beneficioso y bien definido que esté el objetivo que nos hayamos propuesto, la tendencia natural de nuestra naturaleza es la de permanecer donde estamos. Eso de evolucionar... No solemos movernos alegremente de nuestro sitio a no ser que nos empujen, nos obliguen o... O nuestra fuerza interior sea tan poderosa que pueda vencer las resistencias iniciales.
Y ahí está el quid de la cuestión: la dificultad máxima, para mayor fastidio, está en los primeros pasos. Algo similar a lo que le sucede al bebé que comienza a andar: sus primeros pasos son tan torpes, tan inestables, tan descoordinados que lo raro es que los niños terminen andando y no decidan volver a los brazos de su madre tras la primera caída. Pero no lo hacen.
Su determinación por conocer es tan fuerte que ni siquiera la amenaza de lo desconocido supone un impedimento para sus dolorosos y frustrantes comienzos. Su motivación, casi podríamos calificarla de irracional porque camina por los cauces de la emoción, es más fuerte que la lógica del esfuerzo que ello supone.
Quizá el objetivo de este año debería ser simplemente intentar hacernos un poco más niños, en su valentía, en su determinación, en su perseverancia, en su transparencia, en su espontaneidad...
Mucha suerte con sus propósitos y recuerden que Roma no se hizo en un día. O como han estudiado los americanos, que para ésto son muy suyos, perseveren al menos 30 días consecutivos -consecutivos- en la realización de cualquier tarea y se sorprenderán del resultado.

lunes, 5 de enero de 2009

Noche de Reyes

Ya llegó la noche más mágica del año. Es la noche en la que desearía volver el tiempo atrás y ser otra vez una niña. Porque los días previos a éste son una oda al consumo, al tener, al acaparar, a El Corte Inglés, a la antítesis de la Navidad. Pero esta noche es otra cosa.

Y les pertenece sólo a ellos. Mi ilusión es, pero es otra. En los niños, puedo encontrar la inocencia y la autenticidad de quien cree en la bondad y en lo imposible. Sus caritas reflejan una emoción que va más allá del deseo de recibir un juguete. Se trata de algo más. Es creer en la magia, en que existen seres maravillosos que esa noche llegarán a su casa montados en sus camellos y les visitarán a ellos. A ellos. Y beberán la leche que con mimo han dejado preparada. Y mordisquearán las galletas. Y hasta los cereales de chocolate que este año les han dejado... porque les van a encantar, ya lo verás.

No dejarles un montón de regalos es un favor muy grande que les hacemos. Pero no sólo para prevenir todos los males de la abundancia, que también. Es que, simplemente, es teñir de valores materiales algo que va más allá. Y que, además, es radicalmente innecesario. La ilusión es la noche, es la espera, es quedarse dormido creyendo que esa noche los Reyes Magos con sus camellos estarán en su salón, es saberse buenos porque los malos, en el fondo, no pueden ser de verdad.

Feliz noche de Reyes y que os traigan a todos mucha ilusión, mucha inocencia, mucha bondad y un corazón un poco más niño.