domingo, 29 de noviembre de 2009

Descubrir el poder interior

El pasado mes de septiembre he asistido a un seminario de Tony Robbins en Roma. Para aquellos de ustedes que no tengan la suerte de conocer a Robbins, les invito a que suspendan la lectura de este post y que investiguen durante un rato acerca de este nombre que les doy.

Y bien, como decía, estuve durante cuatro días participando en un evento, o comoquiera que pueda llamarlo, que ha cambiado mi vida para siempre.

Parece algo radical y es cierto.

Me ahorraré entrar en detalles acerca del contenido del seminario, les invito a ustedes a que continúen su investigación en Internet.

Yo les hablaré hoy sobre lo que ha significado para mí, desde la perspectiva de los dos meses que han transcurrido desde que terminó.

El seminario comenzó en el mismo momento en el que compré el billete para Roma. En este instante, comencé a elaborar "mi" seminario: qué esperaba encontrar allí, qué me había impulsado a tomar la decisión de realizar este curso, qué fue ocurriendo en los meses previos en mi vida...

Llevo tiempo sintiendo que mi vida simplemente transcurre; que me falta la energía, el control, el rumbo, la ruta...; he venido sintiendo que el tiempo empieza a pasar demasiado deprisa y que sólo tengo una vida para hacer todo lo que he querido hacer; me he dado cuenta de que no he dedicado el tiempo de calidad necesario para ordenar qué es lo que de verdad me importa, qué estoy haciendo para llegar a ello, cuáles son mis prioridades en la vida, quienes me importan y a quienes les importo...

Son preguntas que empezaban a pesarme demasiado, al igual que otras cuestiones no menos importantes: dónde está mi ilusión, mi tiempo, mis éxitos, mi dinero, mis relaciones, mi paz...

Ese fue el tiempo previo al seminario de Robbins.

Las intensísimas 50 horas que viví en Roma, con una energía y una inmersión total en las vivencias que allí tuve, el impacto emocional, racional, físico que supone conocer a Robbins en acción, fue un colapso total. Allí, en Roma, experimenté el derrumbe de una parte importante de mis límites y comencé a costruir una nueva realidad: un viaje hacia quien yo quiero realmente ser y la vida que realmente quiero tener. Experimenté algo tan poderoso como ver caer las barreras que jamás hubiera pensado que caerían; la metáfora de "caminar sobre las brasas" (que por cierto hicimos real) se grabó en mí de una forma tan poderosa que hoy me ayuda a seguir borrando límites. Es lo que Robbins concretaba en la frase: "if you can't, then you MUST".

Durante los cuatro días de seminario, viví un proceso de fortalecimiento interior que culminó en la eliminación de creencias limitantes y en su sustitución por otras creencias poderosas. Un proceso que culminó con un compromiso de cambio para una vida orientada a la acción y a la energía.

Les aseguro que, después de dos meses, puedo afirmar que todo ello ha dejado un poso. Que mi vida ha cambiado para siempre. Que he incorporado a mi vida huevos hábitos que me están llenando de energía y que se van concretando en mejoras en aquellas áreas en las que me estoy centrando.

Como es natural, este empuje recibido está demandando constante renovación: soy yo quien está manteniendo viva la pasión inicial. No es fácil, ahora es mi turno y la tentación de volver al estado anterior es muy fuerte. Hay días en los que, incluso, creo que he dado marcha atrás. Sin embargo, ya no puedo ser la misma de antes. Ya no lo soy. El camino es largo: dura toda una vida. La recompensa es mi propia felicidad, mi logro personal, afectivo, social, financiero, espiritual.

Lo importante, amigos, es ponerse en camino y comenzar a actuar. Realizar esos pequeños, milimétricos cambios que, con el tiempo, terminan por trazar un nuevo rumbo y, al cabo de los años, nos colocan a una considerable distancia del destino que podríamos haber tenido de habernos dejado simplemente llevar por los acontecimientos. La responsabilidad de asumir estratégicamente la vida de cada uno, de tomar decisiones conforme a sus necesidades y objetivos es una tarea que no debemos posponer. Es un deber para con nosotros mismos y nuestra felicidad; es un compromiso también para con el resto de nuestros iguales, a quienes les devolvemos con gratitud lo que tenemos y somos, y se lo debemos.

Un gran abrazo a quienes siguen al otro lado, a pesar de estos meses de silencio por este lugar, que tiene mucho de interior, y quizá más de luminoso. Y ahora, mucho de reformado.