viernes, 29 de febrero de 2008

Abrir puertas y ventanas

Cuando una por fin, se decide a airear su interior, le entran unas prisas incontrolables por abrir puertas y ventanas. A mí me ha pasado.
Este "interior" al que hace referencia el nombre de éste mi diario, no es otro que el que me sostiene el cuerpo. Es el alma, el espíritu, la esencia, mi verdadero yo.
De manera que, fíjense ustedes, ando últimamente en un frenético exhibicionismo existencial.
Pero es que, como decía, una vez que una toma la decisión de dejar correr el aire por cada rincón de su interior, empieza a notar una agradabilísima sensación de frescor, de higiene, de salud, de vida. Es tan agradable el efecto de esta oxigenación, que ya no se puede una volver atrás.
Ésta y no otra es la razón de ser de mi nuevo "interior luminoso y reformado".
Quien hubiera estado en este refugio antes, ¡ay! ya no lo reconocería. Donde antes había un rincón húmedo y oscuro, hay ahora un soleado ventanal; en el lugar de una envejecida mecedora, he decidido extender una alegre alfombra de colores. Donde antes había un armario empotrado lleno de trastos viejos, una librería atestada de volúmenes se ofrece generosa y serena.
¡Qué sentimiento liberador éste que ahora me invade! ¡Y qué llena de energía y proyectos me encuentro!
Ahora que mi interior luminoso y reformado está preparado para recibir las primeras visitas, no puedo dejar de enseñarlo, de compartirlo, de llenarlo de vida.
Pasen. Pasen y vean. Éste es mi interior, luminoso, reformado, listo para entrar a vivir. No es muy grande, pero tiene muchas posibilidades. Mejor ver.
Enseña propietaria.
¡Ah! Por cierto: abstenerse agencias.

No hay comentarios: