lunes, 7 de abril de 2008

ABRIL, AGOBIOS MIL

El mes de abril ha entrado en el planeta Tierra. El mes de la primavera, de las lluvias, de la Semana Santa cuando toca, de la feria de Sevilla, de la operación bikini si hay mucho que movilizar, de Roland Garros... Y del mogollón de trabajo en mi idem.

Llevo un mes mentalizándome. La cuenta atrás lleva semanas persiguiéndome. Así, en plan Conde de Montecristo, iba tachando días en el calendario, mientras los sudores fríos me comenzaban a paralizar el cerebro.

¿Lo conseguiré? ¿Llegaré al 1 de mayo sin matar a alguien, sin que mis hijos me odien, sin batirme en duelo con mi jefe, sin que se abran las aguas del mar Rojo al paso de mi estrés?

Hoy, 7 de abril, aún sigo angustiándome por lo que ha de venir pero, lo cierto es que... ya es día 7. Una semana pasada del mes y... ¡¡¡¡sigo viva!!!!

Cierto es que aún me queda lo peor. Viajes; proyectos que sacar adelante sola; fechas tope que se van convirtiendo en horas tope, de tan al tope que acaban llegando; compromisos que no terminan de cuajar hasta que la fecha de ejecución está a 24 horas vista (qué poca vergüenza la de algunos clientes. Ustedes disculparán el desahogo pero, si una no puede decirlo en su propio blog, ¿qué le queda?); un estado de nervios en la oficina que puede terminar en enorme mosqueo entre dos compañeros...

¿Qué tipo de esquizofrénica realidad me espera en las tres semanas y media que me quedan?

Admito que, si mi vida no fuera otra cosa que trabajar, no estaría tan agobiada pero ¿se imaginan la ansiedad que me genera saber que no tengo ni un minuto para hacer una importante gestión? ¿que si mi hijo coge un catarro y no puede ir al cole, me muero en el acto?

Y si, a esta estresante realidad, le añadimos unas gotas de: madre tocanarices ("a mí me parece que tu trabajo es excesivo para lo que te pagan"), asistenta tocanarices ("eso lo hago yo mejor"), exmarido tocanarices ("aún no sé si puedo recoger a los niños el jueves"), jefe tocanarices ("uy, pues yo creía que este proyecto era poca cosa; pero seguro que lo sacas a tiempo y bien, ¿no?"), cliente tocanarices (sí, amigos, el cliente de antes, ese que se permite el lujo de ser un grosero integral y un analfabeto mundial y te suelta "esto carece de criterio"; "no es profesional" y otras lindeces y, por supuesto, sin ser capaz de mantener una conversación ni de escuchar), etc. etc.

¿NO ES JUSTIFICACIÓN SUFICIENTE PARA QUE PUEDA MANDAR A TODO EL MUNDO AL CARAJO DURANTE DOS DÍAS? Así, como terapia nada más.

En fín, mis queridos lectores. Si estuvieran ahí, quizá alguno de ustedes se identificaría conmigo y me escribiría unas palabras de solidaridad. Porque me consta que no soy la única que, en momentos como éstos, ha cogido la calculadora y ha echado cuentas de los años que le quedan para jubilarse y dejar de ver a su madre con una envidia malsana, mientras ésta se pregunta cada mañana si será lunes o sábado, cuando va camino del taichí.

Mis queridos e inexistentes lectores, júrenme que soy la única y, por mi sagrado respeto hacia ustedes, agacharé la testa y admitiré que estoy enferma.

Pero mientras tanto, y mientras el calendario me recuerde con insolencia que seguimos en abril, seguiré contando los días como una moderna Condesa de Montecristo, en busca de una escapatoria imposible.

Que ustedes tengan un buen mes.