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miércoles, 4 de febrero de 2009

Carta a una Madre

Mamá...


NO ME DES TODO LO QUE TE PIDA. A veces sólo pido para ver hasta cuánto puedo tomar.
NO ME DES SIEMPRE ORDENES. Si en vez de ordenarme, a veces me pidieras las cosas, yo las haría más rápido y con más gusto.
NO CAMBIES TAN A MENUDO SOBRE LO QUE DEBO HACER. Decídete y mantén tu decisión.

CUMPLE LAS PROMESAS, BUENAS O MALAS. Si me prometes un permiso, dámelo; pero también, si es un castigo.
NO ME COMPARES CON NADIE, ESPECIALMENTE CON MI HERMANO O HERMANA. Si me haces lucir mejor que los demás, alguien va a sufrir; y si me haces lucir peor que los demás, entonces seré yo quien sufra.
NO CORRIJAS MIS FALTAS DELANTE DE NADIE, Enséñame a mejorar cuando estamos solos.

NO ME GRITES. Te respeto menos cuando lo haces y me enseñas a gritar a mi también; yo no quiero hacerlo.
DEJA QUE ME VALGA POR MI MISMO. Si haces todo por mí, yo nunca podré aprender.
NO DIGAS MENTIRAS DELANTE DE MI, NI PIDAS QUE LAS DIGA POR TI AUNQUE SEA PARA SACARTE DE UN APURO. Me hace sentir mal y perder la fe en lo que me dices.
CUANDO YO HAGA ALGO MALO, NO ME EXIJAS QUE TE DIGA "POR QUE" LO HICE. A veces, ni yo mismo lo sé.
CUANDO ESTES EQUIVOCADA EN ALGO, ADMITELO Y CRECERA LA OPINION QUE TENGO DE TI. Y me enseñarás a admitir mis equivocaciones.
TRATAME CON LA MISMA CORDIALIDAD Y AMABILIDAD CON QUE TRATAS A TUS AMIGOS. Porque seamos familia, eso no quiere decir que no podamos ser amigos también. NO ME DIGAS QUE HAGA UNA COSA Y TU NO LA HACES. Aprenderé y haré siempre lo que tu hagas, aunque no lo digas: pero nunca, lo que digas y no hagas.
ENSEÑAME A CONOCER Y AMAR A DIOS. No importa si en el colegio o parroquia me lo quieren enseñar, porque de nada vale, si yo veo que tú ni conoces ni amas a Dios.
CUANDO TE CUENTE UN PROBLEMA MIO, NO ME DIGAS "NO TENGO TIEMPO PARA TUS TONTERIAS", O "ESTO NO TIENE IMPORTANCIA". Trata de comprenderme y ayudarme.
Y QUIÉREME Y DILO. Me gusta oírtelo decir, aunque tú no creas necesario decírmelo.
ABRAZAME. Necesito sentirte mi amiga. Mi compañera a toda hora.

viernes, 17 de octubre de 2008

Las tres edades



El otro día compré el cuadro que ilustra este post. La obra, firmada por Gustav Klimt, se titula "Las tres edades". Yo compré una impresión en lienzo del original, claro. Pero supongo la aclaración innecesaria, ya se habrán figurado ustedes que una no es la Baronesa.

He colgado el cuadro en mi dormitorio y cada vez estoy más contenta de haber escuchado a mi impulso.

Cuando entro en mi habitación, me quedo observando el rostro de la mujer. Blanco, delicado, sereno, descansando suavemente sobre y junto a su hijo. Y él me parece tibio, dulce, blando, tierno.

La obra de Klimt ha traido paz y equilibrio a mi dormitorio. Lo ha llenado de emociones humanas, de tibieza, de serenidad, de calidez.

Me doy cuenta de que el cuadro me gusta porque refleja mis valores: en la unión perfecta entre la madre y el hijo puedo encontrar el vínculo que más me fascina: la familia; en el sueño pacífico de ambos descubro la bondad, el equilibrio y la verdad, la transparencia de la coherencia entre lo que creo y defiendo y lo que hago; en los cuerpos unidos, en la mano del niño que descansa sobre el pecho de su madre, puedo ver la confianza, la necesidad de estar para el otro.

Realmente estoy enamorada del cuadro. El título de la obra, "Las tres edades", seguro que está dedicado a mí. Mi primera edad está asociada a la dependencia física y emocional con mis padres; mi segunda edad es la que comprende mi relación con mi exmarido; ahora he entrado en la tercera edad.

Soy esa tercera edad en la que estoy descubriendo a la verdadera Isabel. Y me doy cuenta de que me he caido y me he levantado muchas veces. Y me doy cuenta de que estoy aprendiendo a levantarme. Y me doy cuenta de que puedo resolver mis problemas. Y me doy cuenta de que puedo llegar muy lejos porque el éxito depende de mí. Y me doy cuenta de que soy el activo más importante de mi vida.

Y me doy cuenta de que necesito afecto a mi alrededor, necesito bondad, necesito equilibrio, necesito coherencia, necesito salir de mi Yo para llegar al Otro.

jueves, 20 de marzo de 2008

Cuadrito de lentejas

Yo no tengo ninguna posición declarada en relación al "día del padre". No me siento ni especialmente atraída por este tipo de efemérides, ni me molestan tampoco mucho.

Es más, este año se me ha olvidado completamente felicitar a mi padre. Así que ni le he llamado. Y ya lo siento porque, como les decía, no soy antidíadelpadre, así que suelo llamarle para mandarle un beso, aprovechando el día.


¿Para qué sirve un día del padre? Ese día, lo sabrán mis amigos lectores con niños en edad (pre)escolar, los papás reciben un cuadrito con lentejas pegadas y un texto escrito por la profesora "te quiero mucho papá". O una figurita de plastilina endurecida con alkil para poner, qué se yo, las llaves del coche... Y los niños se lo entregan a sus papás con la mayor de las ilusiones. Bien. Fantástico.


¿Para qué más sirve un día del padre? Para reunir a la familia en casa del abuelo, para llamar a un padre con el que se habla menos de lo que se desearía (perdón, papá). Tampoco está mal.


Pero, este año, mis nenes no han pasado el día con su papá. Lo han pasado con sus abuelitos paternos. Así que ha sido el "día del padre de rebote". O, mejor dicho, no ha sido nada. Porque mis suegros son de esos que nunca celebran ningún "día de". No sé que pasaría cuando llegara mi ex a casa con su cuadrito de lentejas. "Hijo, ¿qué es ésto?", diría mi orondo suegro. "Felicidades, papi", respondería mi ex y obediente hijo. "¡Día del padre! ¡Tonterías!". No sé, supongo que sería algo así.


La cosa es que, como los niños han tenido un "día del padre de rebote" pues he llegado a la conclusión de que mi ex no siente nada especial por ese día. ¿Le habrán podido dar su cuadrito de lentejas?
Ahora bien, otra cosa muy distinta será el "día de la madre". Me encantará estar con los niños y recibir con toda la ilusión su regalito: un marquito hecho de arcilla con una foto suya dentro; un ratoncito hecho con lanas y purpurina... Y lo colocaré en un lugar importante en el salón, para que se sientan muy orgullosos. Compraré pasteles y lo celebraremos mucho. El día de la madre celebraremos lo contenta y feliz que soy siendo su mamá.
No sé si será una invención comercial. Yo no compro nada para mis padres, ni querré regalos comprados de mis hijos. Pero, ¿estamos como para desperdiciar excusas para felicitarnos, besarnos y reconocernos lo mucho que nos necesitamos?
Por cierto, hoy es el día del agua. Que ustedes lo disfruten