viernes, 5 de septiembre de 2008

Mañana puede ser un gran día

Hablemos de cosas bonitas.

Iba yo a comenzar a escribir y me salió "Hablemos de remordimientos" y me dije: ¿remordimientos? ¿para qué? ¿sólo porque hoy he metido la pata cientos de veces con mis dos hijos? Ah, no. Es el momento de echar mano de manual.

Veamos...

"Si un día se equivoca entre una y mil veces, deberá usted:
1. Aceptar que se ha equivocado y analizar el motivo y las circunstancias de dicha equivocación.
2. Definir pautas nuevas que le permitan evitar una equivocación similar en el futuro.
3. Olvidar cualquier atisbo de remordimientos y sentirse bien consigo mismo por el ejercicio de corrección implícito en los puntos 1 y 2".

De manera que ahora, con los niños en la cama, voy a hacer ejercicios de mejora para que mañana sea un gran día y, si fuera necesario, para escuchar y bailar en mi salón la energética canción de Serrat.

Pero, mientras llega el día de mañana, me detengo a pensar en cosas bonitas, como la breve e inesperada lluvia de verano que ha refrescado esta noche y que disfruto desde la ventana; como la llamada de una amiga incondicional, que sólo pide tiempo para escuchar su batalla laboral y su indignación contra el sistema; como el correo electrónico que me envía un compañero de clase que me ofrece su tiempo y su saber; como el beso antes de dormir de mi hija, cada día una despedida sincera y sentida después de un día, a pesar de todo hoy también, lleno de experiencias nuevas y únicas...

Mañana será un gran día y hoy ha sido también un buen día, no por las veces en que me he dejado llevar por mis emociones desbordadas, sino por las oportunidades aprovechadas de reconducirlas.

Cada día es un relato: empieza y termina. Y no siempre cerramos el libro completamente satisfechos o seguros de haberlo comprendido del todo.

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