miércoles, 3 de septiembre de 2008

Compromisos urgentes

No, no y no. Lo siento, pero no.

He hecho todo, menos lo más lógico. Y no, no voy a seguir haciendo lo mismo. Estoy decidida.

Desde que abrí mis puertas y ventanas, dejando que la luz vistiese de blanco mi interior oscuro y húmedo, he quedado expuesta al exterior, como un viejo cajón de madera que, tras años sin ser abierto, expusiese sin pudor su interior para que... nadie hiciese nada con él.

Pues no. Ya lo he decidido. He comenzado oficialmente a actuar.

Desde hace unas semanas me he agenciado un coach. Una coach, para ser más exactos. Una estupenda persona que ha decidido ayudarme a pensar, a sentirme capaz de cambiar, a encontrar alternativas a lo que no me gusta ni me interesa.

Yo, que me he pasado la mitad de mi vida sintiéndome víctima del mundo: víctima de mi familia, víctima de mi momento, víctima de mi exmarido, víctima de mis amigos, víctima de mis jefes, víctima de mis vecinos... Voy a cambiar de enfoque.

A partir de hoy voy a dejar mi visión Isabel-céntrica para asomarme al mundo. Ya no soy la víctima, soy una persona. Una más de los miles de millones de personas que tienen relación con otros miles de millones de personas en cada rincón del planeta.

Y, a mis treintaytantos, ya no voy a seguir sintiéndome tan vulnerable a lo que los demás me digan o no me digan, me hagan o no me hagan...

Mi coach tiene un duro trabajo: hacerme trabajar. Voy a pasar de ser un ser reactivo que se deja hacer a ser una persona de acción: diré lo que tenga que decir, cuando lo deba hacer y como se debe hacer.

Ya he empezado a actuar y, lo crean o no, me siento FENOMENAL. Y funciona: empiezo a sentirme viva. Mi corazón late, mis pulmones se mueven, mis párpados se abren y cierran cientos de veces a cada hora. Soy. Estoy.

Ahora, de verdad, este interior luminoso se va a reformar definitivamente.

Para empezar, un rito liberador: fuera de mi casa el pasado que no quiero. Fuera butacas que me hunden en la prehistoria de mi biografía; adiós escritorios que recogieron páginas grises y anodinas; desfilan hacia la puerta de salida pesados cachivaches dignos de un mausoleo de la mediocridad.

Todo está por llegar. El infinito me aguarda. Lo inalcanzable está a un palmo de mí.

¡Empieza el nuevo curso!

3 comentarios:

Anónimo dijo...

y aquí el blog para dar testimonio, enhorabuena por tu ánimo, ¡y a vivir!

beso

Félix Amador dijo...

Yo quiero un coach, pero tengo que decidir para qué. Creo que lo más urgente es un poco de seguridad en uno mismo. ¿Hay coaches para eso?

Sol dijo...

Entre aquí por casualidad, aunque como no creo en las casualidades, diré que por causalidad...
y quiero acotar algo a lo que leí: todos somos víctimas, pero somos víctimas de lo que nosotros mismos decidimos, de nuestro elegir constante. Nadie ni nada nos obliga a ninguna cosa. Mientras tus deciciones sean conscientes y puedas actuar (te permitas actuar) en concordancia con ellas todo saldrá bien. De eso se trata la vida...
Cariños!
Sol.