domingo, 7 de septiembre de 2008

Un blog

Es curioso el fenómeno del blogger.

Hoy he tenido un domingo tranquilo y he aprovechado para investigar un poco en Internet acerca de las personas que hay detrás de un blog. He dado también con artículos sobre blogs, provenientes de todo tipo de fuentes, y estoy tratando de formarme una opinión al respecto.


Una opinión extendida es que el blogger es un exhibicionista nato. Incapaz de desnudarse en el mundo real, se esconde detrás de la pantalla para relatarle al mundo sus más íntimos pensamientos y acciones. Una matización curiosa de quienes piensan así: las mujeres somos más propensas a este striptease literario que los hombres.


Los hay que opinan que un blog es una oportunidad magnífica para que novelistas sin suerte, gente sensible y personas con ideas en la cabeza y cierta visión periodística de la realidad cotidiana puedan compartir sus creaciones gratuita y democráticamente. Esto lo decía Jorge Herralde en una entrevista esta mañana en Radio Nacional. Lo cierto es que, en mi investigación de campo me he topado con mucho blog de relatos, poesía, novela, artículos costumbristas y de opinión.


Entre el público menos familiarizado con los blogs existe una cierta simpatía por el tema. Esta conclusión es fruto de mi sondeo en el trabajo. Un blog es "un diario de viajes", "un album de fotos para compartir", "un... ¿qué?".


Y, por último, he observado entre la gente menos habituada a utilizar el ordenador después de la jornada laboral, un cierto escepticismo y distanciamiento hacia el fenómeno. Los bloggers son, en el mejor de los casos, unos excéntricos antisociales y un tanto ególatras.


Y ahora que estoy intentando comprender qué es un blog me encuentro que existen microblogs. En el mismo artículo en el que leo el término, califica el autor al mismo de nadería, de chorrada, simple y llanamente.


¿Para qué me lancé yo a escribir un blog? ¿Qué me aporta un blog, para dedicar unos minutos de cuando en cuando a lanzar al espacio mis reflexiones y vivencias? ¿Cómo están evolucionando mis sentimientos hacia el blog y mi querido, aunque reducido en número, público lector?

No soy de publicación abundante, ya lo ven. Acaso últimamente, animada por saberme leída por algún que otro blogger, he incrementado la frecuencia de mis publicaciones. No mucho, sin embargo.


Mi deseo inicial era el de escribir para ser leída. Pero, viendo que no tenía la menor respuesta, empecé a sentirme cómoda en mi espacio. Mi blog se había convertido en mi diario de antaño, aquel cuaderno en el que volcaba mis turbulentas emociones y experiencias de adolescente tardía. Me gustaba la sensación de soledad, a sabiendas de que, en cualquier momento, mi cuaderno podría ser abierto por cualquier desconocido.


Pero no caí en la cuenta de que el lector, cuando responde, ya no es un lector anónimo. Así, me ví en la obligación de seguir escribiendo porque mis escasos lectores, quien sabe, podrían repetir visita. Les debía un texto nuevo, algo mío que descubrir.


En contrapartida, y sabiendo que contribuía a eliminar el anonimato de mi audiencia, me acercaba a sus blogs. Y descubría maravillosos textos, llenos de sentimientos bellamente expresados, de ingeniosas historias divertidas y ácidas, de reflexiones generosas que nacían en la intimidad...


¿Qué voy a pensar ahora acerca del mundo del blogger? No lo sé. Aún es una idea en evolución. Pero empiezo a recuperar una afición que perdí hace años: la de ponerle palabras a mis pensamientos y la de dejarme fluir.


Y, además, como muchos de los bloggers ya han constatado, tiene unos efectos terapéuticos maravillosos.


Que ustedes tengan una muy buena semana en este final del verano.


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