jueves, 4 de diciembre de 2008

Navidad

Hoy se ha desatado la fiebre navideña en casa. Llevaba unos días tratando de contener el vendaval pero esta tarde se ha instalado en en mi salón.

Al volver del colegio, las ansias de mis hijos escapaban totalmente de mi control, así que... hemos puesto el árbol de Navidad, el Belén, los adornitos por toda la casa y, por supuesto, mientras escuchábamos una selección de villancicos tradicionales.

La verdad es que lo hemos pasado bien, tirados por el suelo, abriendo paquetes y rebuscando en las cajas todas las cositas que guardamos el año pasado: una estrellita de purpurina de la pequeña, un Papá Nöel pintado en un tubo de cartón del papel higiénico, una velita decorada con plastilina...

Ha sido un verdadero placer ver sus caritas orgullosas y satisfechas, mientras contemplaban el enorme árbol, que habían montado y decorado ellos.

Después de recoger trocitos de bolitas de Navidad, ovejitas y pastorcillos de debajo del sofá, serrín y pedacitos de espumillón de todos los rincones, nos hemos sentado a cenar mientras el árbol nos observaba desde su rincón, con sus luces de colores y sus toneladas de adornos y cintas brillantes, amenazando su verticalidad.

La pequeña se ha acostado murmurando con los ojos ya medio cerrados: "este año le voy a pedir a Papá Nöel que todos los días sean Navidad...

Me he marchado de su dormitorio de puntillas pensando que este año yo le voy a pedir mucho más tiempo para estar con mis hijos.

1 comentario:

Félix Eroles dijo...

Isabel, cómo te envidio !!!

Hoy precisamente estaba pensando en esto, el placer de preparar la Navidad con mis hijos. Ya nunca será lo mismo. Algo pondré en casa de mi madre pero ni es la mía ni la de mis hijos. Snif...

Bueno, en todo caso que tú los puedas disfrutar como a mi me gustaría.

Un beso, Félix